A tres palabras de distancia..

A veces me gustaría ser un personaje de ficción. Es lo que tiene ser extremadamente vago, enclaustrado en un vida totalmente rutinaria y que exige un máximo esfuerzo para cada cosa que hagas. Todo es tan difícil como cualquier cosa. Sin embargo, un personaje de ficción no tiene ese problema. Para un personaje de ficción, la dificultad se reduce a unas palabras de distancia.

Para un personaje de ficción no es tan difícil sacarse una carrera. No necesita trabajar duro durante muchos años, suspendiendo y dejándose los cuernos por notas irrisorias. Para él, todo es tan sencillo como escribir "se licenció en..". Para el resto de los mortales, esas palabras tienen un sentido mucho más duro y cruel. De hecho, da igual que especifiquemos lo mucho que le costó sacarse la carrera, todos sabemos que el verdadero esfuerzo para sacarla está a tan sólo tres palabras de distancia. Y es que, un personaje de ficción, por muy buena o mala que sea la novela a la que pertenece, siempre está a tres palabras de conseguir o hacer todo. Follar, matar, escaquearse, vencer, ser feliz.. Un personaje de ficción siempre está a tres palabras de distancia de conseguirlo.

No os engañéis. Da igual lo mucho que la novela trate de convenceros, de procurar mantener una agonía creible. Es todo mentira. Excepto Jack Bauer, todo héroe de acción está a hora y media de vencer la amenaza terrorista. Y yo quiero ser como ellos, conseguirlo todo en pocas palabras, en pocos minutos, sin esfuerzo, sólo el generado por una mente ajena, por un escritor desconocido. Pero no por mí. Una vida basada en la pereza y en el tiqui-taca de huevos, en donde todo es perfecto porque, sí, en la ficción todo, siempre, puede tener solución. Sólo con tres palabras. Da igual lo que haya pasado, todo se puede solucionar con tres simples palabras.

Y comieron perdices..

No siempre el escritor acaba la historia bien pero, esté como esté, toda solución siempre está a tres palabras de distancia.