09 septiembre, 2007

Tristeza..

Tristeza. Eso es lo que me inunda el alma en este mísero instante. Y es que uno no gana para malas noticias. Por muy bien que vayan las cosas, siempre hay que estar atentos: señores, lo bueno se acaba y se larga a hostia limpia. No puede ser una despedida tranquila, tiene que ser a hostias, sino no está contento. Tal vez exagero, tal vez la persona implicada pase por aquí y deje un mensaje en plan "no es para tanto", y tal vez sea cierto. Pero lo aquí importa es cómo eso que tanta apariencia de minucia tiene es capaz de derrumbarme y, en cierto modo y con palabras laxas, tocarme los huevos. No puedo dar nombres, ni siquiera explicar exactamente y con todo lujo de detalles lo que ocurre, más que nada, por si algún aludido hiciese acto de presencia.

¿Qué es lo que me ocurre? Alguno se lo estará preguntando porque, si habéis seguido leyendo tras el primer párrafo, está claro que alguna muestra de interéis tendréis por el tema. Lo que ocurre es tan simple que se puede definir con una sola y única palabra: pérdida. No la pérdida de un familiar ni de una novia, sino de un amigo y por su propia voluntad. Una persona perteneciente a un grupo de amigos, en general, a los cuales tengo tanta tirria como asco. Sé que generalizo falazmente pero sin duda alguna son personas difíciles de aguantar en grandes dosis a las que profeso una nada frugal indiferencia. Menos a él, único motivo para aguantar al resto. Y ahora me da la noticia: no podré disfrutarlo nunca más. Su compañía, su amabilidad, ganas de fiesta. Una compañía y amistad de ya largos años que pretende ser cortada así, sin aviso previo y ni anestesia pertinente. Realmente no es que no lo vuelva a ver, simplemente que el tiempo y el lugar donde habré de verlo no será sin duda el mejor ni más indicado para, como ya he dicho, disfrutarlo.

¿Y por qué ahora se acaba todo? Por las mujeres, y no puedo hacer nada por evitarlo. Odio a esas mujeres que hacen lo posible por interponerse entre la amistad de dos hombres. Mucha teta, mucho culo, pero a la hora de la verdad no son más que un puto grillete en la ingle. Y no puedo hacer nada por quitarlo, al menos, al grillete que sujeta a mi amigo. Él ha decidido conservarlo, un grillete a mi parecer absurdo, y lo que me jode es que debo de respetar su decisión, no me queda otra. Podría intentar convencerlo que no es la mejor decisión, podría intentar convencerlo de que ese grillete será una bola de nieve, un parche a un mal en su relación que se acabará conviertiendo en avalancha. Un problema mal arreglado. Pero. ¿Para qué?¿Por qué razón me debo de interponer entre dos personas? ¿Por qué razón me debo permitir opinar tan gratuitamente sobre un tema del cual no tengo ni voz ni voto? Perder a un amigo es motivo más que suficiente. ¿Pero quién dice que sea yo quien realmente tenga razón?

Me vas a permitir, principal aludido, si llegas realmente a leerme que al menos, ya que no puedo hacer nada, odie a tu respectiva con toda mi fuerza. No te preocupes, cuando la vea no le seré desamable ni pasaré de ella. Pero créeme que, mientras la esté mirando, en mi mente no cesaré de anhelar fervientemente que rompais o encontréis alguna solución que a mí me satisfaga lo más pronto posible. Aunque, que sepas que mientras eso no ocurra no cesaré de desearte aquello que más mereces en tu vida: ser feliz y mientras así lo seas así me vale, por muy difícil que sea que un gran amigo me abandone.

Etiquetas: , ,



Text Link Ads