Usted apesta
Sí señor. Usted, usted que en este mismo momento está leyendo este blog apesta. Y no digo que sea un guarro y no se lave, que quizá, sino que hablo de un apestar metafórico. Expende un hedor personal basado en lo poco gratificante que resulta su persona y su compañía. Me da asco y sé que me odia. Si fuese por mí, usted ya estaría muerto desde hace mucho tiempo. Si fuese por mí, usted ni siquiera hubiera existido jamás. Sí, tal vez no sepa quién es usted pero sé a ciencia cierta de que no merece la pena conocerle. Lo sé, porque seguro que pertenece a ese inmensa mayoría de la población que no son yo, esa mayoría de población que detesto. Pertenece usted a ese montón de patéticos personajillos que se creen más importantes que algunos de los demás, que pretende, bajo disfraces de hipocresía, ocultarse a sí mismo la gran verdad: usted es gilipollas. No quiere creerlo, pero es cierto, lo es.
Yo odio a los gilipollas, y es una pena que en este mundo no haya menos personas gilipollas. Según la historia nos indica, da la sensación de que el ser humano nunca dejó de ser gilipollas, siempre fue humano. Y vosotros, aún después de pasar más de miles de años de evolucionar del mono, aún no habéis dejado de ser tan subnormales como ese patético simio. Necesitais imitaros los unos a los otros constantemente, seguís dándole importancia a absurdos ritos de cortejo antes de practicar la cópula, y encima seguís necesitando marcar vuestro territorio allá donde vayáis. Incluso sois peores aún que los propios monos ya que encima sois cobardes y estúpidos. Requerís del apoyo absurdo de un invento llamado religión y creerlo ciegamente, inventando una vida tras la muerte. No podéis pensar que después de la muerte no haya nada. Sin embargo, muchos de vosotros sois tan estúpidos que, a pesar de creer en ello, le temeis a la muerte. Eso da a entender la escasa veracidad que tiene ese invento. Y fijaos que esto sólo son unos pocos motivos por los cuales apestáis pero la lista sería tan larga que complicaría la lectura de bloglectores perezosos. Mi prioridad es que se quede con el mensaje: usted apesta.
Por suerte para usted, a pesar de que apeste, la muerte le liberará de todo hedor. Dejará de existir y con ello dejará de contaminar el mundo con su presencia. Ya nadie tendrá recordarle, cada día, como hacen otros hediondos por ahí, lo mucho que hiede. Pronto llegará el fin para cada uno de vosotros. Pero estáis tan ciegos que no lo veréis venir. Lo estáis provocando, porque tanto hedor os está contaminando y no os dejará respirar. Tanto hedor hará que os matéis los unos a los otros como yo desearía mataros. Y yo sobreviviré, por encima de todos vosotros. Me reproduciré y generaré mi propio imperio. Donde vosotros estuvisteis acabados, yo triunfaré.
Quédate con la copla, humano. Yo ya soy una raza superior. Tu fin no podrás evitarlo.
Etiquetas: cucarachas, fin del mundo, hedor, historias, humanos, inevitable, muerte, preámbulo, usted apesta
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