Una serie de desdichas
UNA SERIE DE DESDICHAS
-A ver, tranquilizaos. ¿Qué coño ha pasado? ¡Que alguien me lo explique!¡Que alguien me explique qué coño ha pasado!
-Yo.. yo tenía prioridad..
-Joder, el coche está destrozado.
-Podía adelantar.. él no..
-¡Eih! ¡Vosotros dos! Mirad el coche. ¡Rápido!
-Ese tipo no puede sobrevivir, no puede estar vivo.
-Tenía prioridad.. de repente, se metió.. yo iba a adelantarle.. a adelantarle, iba por donde me tocaba. Perdió el control.. no sé como lo hizo pero lo perdió.
Era mi hora. Sabía que era mi hora. Cuando estás a punto de morir, y sabes que vas a morir ciertamente, no piensas en nada en concreto. Intentas abstraerte del inmenso dolor que sufres pero no puedes. Al contrario, cada vez notas más la presencia del dolor, cada vez lo sientes más. Aumenta tanto que sólo puedes gritar. Bueno, sólo podría gritar si realmente pudiese pero mi sistema nervioso no obedecía a lo que le ordenaba. Me tocaba morir. Sin embargo, una fuerza más poderosa que la ciencia médica, el Destino o el mismísimo Dios me impedía dejar este mundo: mi deseo irrefrenable de ver el final de la esperadísima segunda temporada de Lost. ¿Cómo saldría Jack Bauer de sus apuros con los turcos en su cuarta temporada? No podía desconocer los finales de todas las series a las que soy fiel adepto. Y eso es algo que nadie, siquiera la Muerte, me lo podía impedir.
-¡Eh, jefe!¡Este sigue vivo!¡Sigue vivo!
-Vaya, parece que Dios se aburría y decidió hacer algún milagro. ¿Qué pasa?¿No echaban nada bueno en la tele, rufián?
-No blasfeme, jefe.
-A ver. ¿Qué tenemos?
-Un hombre de alrededor de unos 20 años con mucha sangre. Pérdida del conocimiento, euh, contusión craneoencefálica, posible luxación lumbar y el resto me lo puedo ir inventando sobre la marcha. ¡Ah! Un detalle importante es que no es rubio.
-¿Qué dices?
-Que soy policía, no médico.
-Está bien, lo cojo. Un tipo jodido pero jodido de verdad, nada de rasguños, una puta putada de la puta naturaleza.
-Sobretodo por lo ecológico y natural que resulta ser un accidente de coche hoy día.
-Gracioso, por lo que veo. ¿Por qué no hiciste oposiciones para El club de la comedia en vez de para el Cuerpo?
-Jefe, que este tipo se está muriendo..
-No quieres hablar de ello.¿Eh? No te cogieron. ¿Verdad? Este tipo no se muere, tranquilo, podría sufrir un accidente de tráfico mortal y seguir respirando con normalidad.
-¡Eh!¡Enfermeros!¡Aquí! Que este sigue vivo.
-Puedo dispararle en la frente y seguiría vivo. ¿Qué te apuestas?¿Qué te apuestas a que le vuelo los sesos y sigue tan campante? Venga, di una cifra.
-¡No puede estar hablando en serio!
-Está claro que no, si me pones esa cara. Yo también puedo ser muy gracioso. ¿No crees? Si no tengo balas, las pistolas que dan en el Cuerpo son de juguete. Ay, madre.
Tardaron pero me sacaron de allí, de mi atasque en una chatarra que fue coche. Me llevaron al hospital donde tras taitantas e irrecordables operaciones los médicos, dicen, consiguieron salvarme la vida. Sabía que no era así, pero mira, tampoco quería quitarles la ilusión de un presunto trabajo bien hecho. Por fin, la anestesia dejó de hacerme efecto.
-Veo que ya despierta.
-¿Quién..?¿Quién es usted?
-Su médico. Verá, tengo que notificarle un pequeño asunto acerca de su accidente.
-¿Por qué no puedo moverme?
-Eso trato de explicarle. En el accidente sufrió un fuerte golpe en la columna que le dejará impedido de movilidad alguna de forma permanente de cuello para abajo. Lo lamento, hicimos lo que pudimos.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que el sistema nervioso y la columna vertebral no siempre pueden ser reconstruidos.
-No. ¿Qué quiere decir permanente?
-En este caso quiere decir para siempre pero la misma palabra también admite otras acepciones.
Cuando a alguien le dicen que se va a quedar paralítico de por vida éste se puede tomar la mala nueva de múltiples formas. Y ninguna, fijo, sería una forma mínimamente feliz y optimista de tomársela. Yo tampoco sería una excepción. Pero viendo lo que me tocaba (chillar, mover la cabeza aceleradamente, morder fuerte..) como métodos de impotencia lo cierto es que el optimismo resultaba la opción menos patética. Por norma general, no follaba a menudo. Por normal general, no hacía ningún tipo de deporte ni me cuidaba en ningún tipo de gimnasio. Por norma general, no dedicaba mi vida a ningún tipo de actividad cultural de ninguna índole. Por norma general, etcétera, etcétera, etcétera. Requeriré de cuidados de por vida, no tendré que trabajar, no me volveré a preocupar por ir al baño, no moveré un puto dedo en lo que me quedaba de puta vida. Pero, por encima de todo ello, está la principal razón por la que sigo vivo.
-Bueno, al menos conservo la visto y el oído para poder ver y oír mis series favoritas.
-Eso es tomarse las cosas bien.
-¡Encienda la tele! Que va a empezar House M.D.
-No es una serie muy recomendable para ver en un hospital..
-¡Ponga la tele! ¡Que está a punto de comenzar!
-Está bien, está bien..
Desde entonces, disfruté de las andanzas de Gregory House y sus pacientes. Estaba harto de hospitales, enfermeros y médicos pero lo cierto es que las impertinencias de House me relajaban en cierto modo. Luego tocaba Prison Break pero la daban en un canal distinto. Por suerte, conseguí convencer a un niño con cáncer terminal para que cambiase de canal, pero no conseguí convencerlo para que me hiciese compañía viendo tan genial serie. Pobre, tan triste. Y lo peor de todo es que ver a un grupo de presos tratando de escapar fijo que lo animaba. Fue a mitad del capítulo relatado cuando llegó mi asegurador, o el del otro, no estoy seguro, para tratar algún asunto de alguna importancia.
-Buenas noches. Lamento mucho la situación en la que se encuentra pero tengo que hablar urgentemente con usted.
-En los anuncios.
-Verá, se trata de un asunto del seguro.
-¡Ssh! ¿No me ha oído? Espere a los anuncios. Cuando lleguen estaré para lo que desee.
El tipo cogió el mando y apagó la tele.
-¿Pero qué hace?¿Pero qué coño hace? ¡Me llevaría las manos a la cabeza si pudiese!¡Encienda ahora mismo la tele!
-En cuanto acabemos con este asunto. Es importante.
-¿Importante?¿Qué puede ser más importante que ver a Burrows siendo arrastrado a la celda de aislamiento? Que le den por el culo.
-Le estoy evitando que le toque pagar a usted los gastos del seguro del accidente. Necesito que declare, que diga qué pasó. Él dice que usted cometió la infracción, y lo mantiene, pero los datos del CSI no son nada esclarecedores. Es posible que ese tío le haya embestido. ¿Lo entiende?
-¡Bah! Las aventuras de Grissom y sus colegas nunca me llamaron la atención. Está bien pero en pequeñas dosis.
-¡A la mierda! ¿Quieres series? Toma series.
-¡Yujú!
-Que haya perdido la movilidad no es excusa para perder la razón. Buenas noches.
Sabía que la había cagado. No solo había perdido el recibo de un seguro por accidente, si no también la posibilidad de demandar a un tipo y sacarle dinero a espuertas. Bravo. Nunca valí para la economía y menos aún a mitad de uno de mis programas favoritos. Pasaban los días empapándome de cada una de las series que tanto me gustaban. El ingenio de Las chicas Gilmore, el surrealismo de Padre de familia, las enésimas repeticiones de Los Simpsons, las nuevas excentricidades vecinales de Aquí no hay quien viva, los chistes fáciles de Aída, el humor negro de A dos metros bajo tierra, American dad, Friends, Frasier, The Unit, Futurama, Malcolm, Anatomía de Gray, Jhon Doe, Edición anterior, Los Soprano, Joey, El abogado, Expediente X, My name is Earl, Ally McBeal, Ley y Orden, Cosas de casa, Spaced, Becker, The O.C., y un corto pero extenso etcétera. Así hasta que una mañana un hombre disfrazado de enfermero entró en mi habitación. Hubiera procurado haberle hecho algún tipo de pregunta pero estaba revisionando, en ese momento, la mítica serie Twin Peaks. Y yo cuando veo una serie nada de lo que ocurre alrededor me la va a aguar. El tipo se acercó a mi gotera e inyectó algún tipo de algo nada bueno. De repente, el capítulo se acabó.
-Bueno, aquí se acaba tu viaje.
-Tú. Eres el del accidente. Te recuerdo. ¡Qué bien que me visites!
-¿Bien? Te he condenado a la muerte.
-No, sólo a estar tumbado en la cama.
-¿Qué crees que hago aquí? ¿Qué crees que he introducido en tu gotero? En breves instantes vas a morir.
-¡Me has envenado!¡Como el farmacéutico hizo con Rex Van De Kamp!
-¿Tú también ves esa serie?
-¡Es mi favorita!
-¿No quieres saber por qué vas a morir?
-No, la verdad es que me da igual. Supongo que algún día me llegaría la hora y alguna serie me quedaría sin terminar. Es triste y me cabrea pero qué le puedo hacer.
-No piensas eso realmente.
-¡Quién lo iba a pensar! Lo del fontanero y Zack. ¡Eso sí que fue sorprendente!
-La primera vez que estuviste en esta situación tenías tanto miedo a morir que no fuiste capaz de ello, sin embargo, ahora tienes miedo de afirmar que no tienes miedo, tienes miedo de asegurar lo que sabes que va a pasar. ¿Qué ha cambiado de unas semanas a hoy? Te diré lo que ha cambiado. Lo que ha cambiado es que, durante estas semanas, has aprendido a ser absolutamente feliz con absolutamente nada. Crees que Dios no te ha abandonado y sabes que no te abandonará. Eso es lo que tienes miedo de decir. No obstante, esto es falso. Ni Dios te ha abandonado ni te ha dejado de abandonar. La decisión de ser feliz, o de saber ser feliz, depende únicamente de uno mismo. Otros en tu misma situación no fueron capaces de ello y, quién sabe, a lo mejor yo tampoco sería capaz y optaría por su mismo camino. Lo que importa es lo que tú, que tan poca cosa creías ser, lo has conseguido.
-Susan Meyer. Susan Meyer era mi personaje favorito..
Cerré los ojos preparando lo que me tocaba, no quería que la enfermera me encontrase con los ojos abiertos mirando nada. Luego pensé que esto era una chorrada. Fijo que había algún tipo de resorte postmorten que te los abría en ese momento. Como es que dicen que te cagas encima nada más morir. Por cierto, esperaba llevar el pañal puesto, resultaba jodido no poderlo comprobar. Empezó a costarme respirar. Durante un tiempo agonicé, unos segundos que parecieron eternos. Oía pitidos. Gente entrando. El desfribalizador, que éste se nos va. El bisturí. ¡Rápido!¡Que se nos va! No respira doctor. ¿Qué hacemos? Un caos. De repente, el dolor cesó. Me desperté, sentado en una silla oscura, en una habitación oscura, prácticamente vacía. Fue cuando lo vi todo claro. Era lo que yo suponía, lo que yo esperaba. La habitación estaba totalmente vacía, sin ventanas ni puertas, un cubículo únicamente habitado por mí, una silla y una televisión, con su respectivo mando a distancia. Encendí la tele y ya no hubo duda alguna. Salía Christian Troy estrenando la cuarta temporada de Nip/Tuck. Y fue cuando pensé que algo bueno había hecho en vida porque Dios, o quien sea, me ha procurado mi asiento en primera fila en el Cielo.
FIN
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