22 diciembre, 2006

Charlas fraternofiliales (I)

El Amigo 1 está en el bar, tranquilo, sosegado, soplándole a una taza de café con tal de que se enfriase, al menos, para cuando se bebiese el contenido que contenía. En otro momento podría estar todo lo caliente que quisiese, como taza de café con entidad propia y capacidad racional de regular el flujo de temperatura de sí misma y lo que se halle en su interior. Amigo 1 estaba esperando a su colega de toda la vida, un geek venido a menos estudiante de un módulo de instalador de persianas llamado Amigo 2. Como siempre llegaba tarde, un hobbie de lo más fastidiosa, y mucho más fastidioso cuando se dedica a practicarlo justo en ese preciso instante que ha de esperarlo. Total, tan sólo llegaría un cuarto de hora tarde, como acostumbra a llegar de tarde. La puerta del bar se abrió, y allí llegó su amigo, apurado y disculpándose por el retraso, pidiéndose un café también para él pero con leche desnatada y un poco de coñac del barato, no está para tirar la ventana.

-Lo siento colega. Un lío de tráfico, que no te lo puedes ni imaginar.
-Pero si has venido a pata desde casa.
-Terrible macho.

El café apareció ipso facto frente a sus narices. Le pegó un sorbo sin vacilar ante lo caliente que resultaba ser la bebida, pero daba igual, mejor para el frío que aún conservaba de la calle.

-Dígame, señor tardón. ¿Al final anoche qué? Usted se largó sin despedida alguna con esa muchacha que se hace pasar por su novia.
-Tío, tío, no te lo puedes ni imaginar. ¡Ni imaginar!
-A ver, hagamos un esfuerzo.
-Muchacho, un horror, un escozor de huevos. Eso anoche. ¿Eh? ¡Bah! Tú sabes que voy palote por ahí, con un empalme que no dejo pasar a la gente por la calle. Tanto tiempo juntos, tantos te quieros. Un quiero follar ya como canción constante y única en boca de mi nabo. Y el caso es que, anoche.
-Anoche te la follaste.
-Anoche no estaban sus padres en casa. Y me dice: "Mis padres no están en casa. ¿Quieres subir?", sutileza que no necesita de una gran mente para procesarla.
-Y claro, subiste con ella y te la follaste.

Amigo 2 negó con la cabeza.

-A ver, pero si la tenías a punta de caramelo. ¿Qué coño pasó? Eres un puto marica, los hombres no estamos con las mujeres para besitos ni mimitos ni conversación. ¡Nosotros las vemos, les damos lo que quieren y nos las follamos hasta cansarnos! Todo esa mierda son pagos, facturas de un servicio de machaque y mamada posterior. Si no hay, estás esforzándote por humo. Y el humo no hace que te corras más agusto.
-No es tan sencillo, anoche me moría de ganas como el que más.
-Entonces. ¿Qué pasó? ¿No quería?

Amigo 2 agachó la cabeza y bajó la voz intentando contar algo íntimo.

-Verás, yo es que, verás. -tragó saliva, cogió aire.- Últimamente, me muero de ganas por follar, unas ganas tremendas. Empalmado que voy por la calle y claro, para bajar eso y no cantar, hay que realizar ciertos trabajos manuales.
-¿Y cuál es el problema?
-Pues que yo, que no soy un tío muy.. Que soy demasiado pasional, digamos.
-¿Pasional?
-Es que, te digo, cada vez que me masturbo pues dejo que, hala, todo vaya por ahí, por su lado, cuando llega el momento. Cualquier extra de clínex o demás sólo sirven para cortarme el rollo. ¿Entiendes? Principalmente, el lugar donde más suele acabar todo pues es en mis calzoncillos.
-Anda..
-Y claro, yo me moría de ganas por subir y trincármela como un cerda que resulta trincada por un cerdo. Pero tenía lo que es, y viene siendo, todos lo gayumbos llenos de marcas seminales, y no tenía ganas de que viese el nuevo dibujo de mi ropa interior, quería que la viese en plan nítida.


Amigo 1 y Amigo 2 hicieron una pausa. Finalmente, amigo 1 habló.

-¿Quieres decir que por esa chorrada no fuistes capaz de subirte a su casa y follártela?
-Eso quiero decir. Me daba vergüenza. Perdí una ocasión de oro de mojar el churro pero no era plan, ya habrá otros días para follar.
-¿Y qué vas a hacer? No querrás que te vuelva a pillar en las mismas.
-Lo tengo todo controlado, la no-masturbación. Hasta que me la folle, decidiré no masturbarme, así no podrá hallar elementos viscosos impúdicos en ningún lugar de mi ropa interior. Y cuando me vuelva a decir algo, esta vez sí, me subo con ella y traca-traca.
-Me parece una idea absurda, no la verás hasta la semana que viene. Sólo te bastaría no masturbarte el día que la veas.
-Lo es, pero prefiero asegurar. Es muy probable que de repente se pase por mi casa, me salude y me diga de follar. Sí, el cese del onanismo es el mejor método para evitar engorrosos pegajos de vida y similares pegados por ahí, por la casa, en el suelo o en la tele sin motivo aparente, nada más que un descontrol absoluto del acto.
-Bueno, si a ti te parece bien.. Al menos le darás un poco de merecido descanso a la mano derecha..


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